Una reseña sobre las conquistas de una de las mayores figuras del jiu jitsu mundial.
Daniel Mandoble
A sus cuarenta años de edad, Fabio Gurgel puede jactarse de haber acumulado éxitos en tres facetas del jiu jitsu que poquísimos maestros han sido capaces de combinar: como competidor, como profesor y como empresario.
Gurgel, hoy quinto dan, fue el primer cinta negra graduado por Romero “Jacaré” Cavalcanti, líder supremo del equipo Alliance y uno de los cinco cintas negras que formó el legendario Rolls Gracie antes de su prematura muerte. A lo largo de su formación, a quien el tiempo y los sucesos futuros acabarían dotando del apodo “El General”, tuvo la oportunidad de nutrirse en Rio de Janeiro del entrenamiento y la convivencia con todas las estrellas del jiu jitsu de la generación previa a los mundiales. Posteriormente, tendría también la posibilidad de ser cobijado bajo el ala de Rickson Gracie y entrenar con él durante una larga temporada.
En 1991 Gurgel fue seleccionado por los diferentes maestros de jiu jitsu de entonces como uno de los miembros del equipo llamado a batirse en un desafío de Vale Todo frente al mayor adversario de entonces: la Luta Livre. Murilo Bustamante y Wallid Ismail fueron algunos de los otros dos integrantes, señalados por Carlson Gracie. Con las brutales reglas de ese entonces, como rounds largos y puño limpio, peleó y venció su primer vale todo frente a Denilson Maia, practicante de la lucha libre, en una larga lucha cuya filmación circula hasta el día de hoy.
En 1996 se llevó a cabo el primer Mundial de Jiu Jitsu, en Rio de Janeiro. Allí, Gurgel comenzaría su estelar paso por las competencias de jiu jitsu deportivo, las cuales se saldarían con cuatro títulos mundiales en la categoría pesado (-91 kilogramos), una de las más competitivas y en la que también figuraban otros astros como Murilo Bustamante, Saulo Ribeiro, Roberto “Roleta” Magalhaes, Paulo Filho, Roberto Godoi y Ricardo Arona.
A lo largo de su carrera, Gurgel fue siempre reconocido como uno de los más versátiles competidores, con una sólida consistencia táctica, excelente preparación física, un juego sólido de proyecciones y derribos, una guardia muy por encima de la media y un amplio repertorio de finalizaciones. Sin embargo, su fuerte siempre fue la pasada de guardia; una fama que llegó al punto que, en su edición de diciembre de 2009, la revista Graciemag lo citó como el mayor pasador de la historia del jiu jitsu deportivo. Las pasadas de Gurgel eran extremadamente técnicas y controladas, sin apelar a la velocidad o a la mera fuerza. Fue gracias a ella que logró hazañas como pasar la guardia de temidos guarderos como Roberto “Roleta” Magalhaes (ampliamente reconocido como uno de los mejores guarderos de la historia, dueño de un jiu jitsu indescifrable y a quien incluso Roger Gracie ha señalado como la mejor guardia que ha visto) o su otrora compañero Roberto Traven.
Dos veces Gurgel llegó, en 1996 y 1997, a ser vicecampeón absoluto, cinta negra adulto, del Mundial de Jiu Jitsu (aunque técnicamente, en 1996 fue tercero, ya que dos competidores de Carlos Gracie cerraron la llave). Apenas a un escalón del máximo título que un competidor puede lograr en el arte suave. Su rival, en ambas ocasiones, fue Amaury Bitetti, uno de los mayores estrategas, virtualmente imposible de derribar y raspar, y quien mantuvo siempre una rivalidad deportiva de antología con Gurgel, habiendo sido la final de 1997 decidida por el juez de manera en extremo polémica.
Gurgel se despidió de las competencias en el 2001, cerrando la llave de pesados con su entonces compañero de equipo Rodrigo “Comprido” Medeiros y llevándose la medalla de oro en el cuello, una vez más de la categoría pesado. Un año antes se había alzado campeón de la categoría tras una final frente al fortísimo e irrisoriamente veloz Ricardo Arona (futura estrella del MMA) con una pasada de guardia digna de estudiar por su perfección técnica. Gurgel siempre pareció estar dotado de un antídoto frente a los luchadores que confiaban en la fuerza y la brutalidad.
El jiu jitsu no fue su único campo de acción. Gurgel participó también en el Vale Todo, en un época en el que ese término era mucho más apropiado que el sutil Mixed Martial Arts. Participó en el UFC, frente a Jerry Bohlander, pero su lucha más famosa fue sin duda frente a Mark Kerr. Se llevó a cabo en 1997 en el WVC 3, con unas reglas que, en palabras de José Pele Landi Jons, “fueron necesarias para que el deporte llegara hasta donde está hoy, pero no deberían volver jamás”: no había guantes, era un round de 30 minutos sin parar, era un formato de GP sin peso, con tres luchas en la misma noche, no se usaban guantes y se valían cabezazos.
Fue en ese evento en el que Kerr se ganó el apodo de “The Smashing Machine”. Estaba en su auge físico, con 125 kilos de músculo y la velocidad de alguien de 60 kilos, dueño de una base única, una proyección indefendible y un tanque de gasolina infinito. Kerr daba miedo. En un minuto desfiguró al gigante Paul Varelans y sacó del ring gateando en franca huida al capoeirista Mestre Hulk. Al otro lado lado de la llave, Gurgel venció sus dos combates. Ambos se encontraron en la final.
Durante 30 minutos, Gurgel resistió en la guardia a Kerr y sus 30 kilogramos de ventaja. El castigo fue duro, con el norteamericano defendiendo todos los ataques. Los cabezazos y los golpes abrieron la frente del brasileño, mientras Kerr metía sus dedos para agrandar la herida y llegó a romperse la mano de tanto golpear. Pero Gurgel, confiando en su guardia y su jiu jitsu, ignorando las advertencias del médico de que podría llegar a perder la visión de su ojo inflamado, fue hasta el final. La decisión se la llevó el norteamericano, pero Gurgel, micrófono en mano, anunció que lo que había buscado era demostrar a sus alumnos la eficiencia del jiu jitsu. Gracias a él, había podido resistir 30 minutos a Kerr, algo que nadie en esa época ni siquiera juzgaba posible. La lección de valentía y el ejemplo para el jiu jitsu perdura hasta hoy. Kerr, diez años después en Graciemag, reconoció que, de no ser por la diferencia de peso y fuera, jamás hubiera podido hacerle frente a Gurgel.
A lo largo de su formación, Gurgel contó con los mejores maestros y los mejores compañeros. Fue parte de una generación dorada de Alliance, cuando Fabio Gurgel, Leo Viera, Rodrigo Comprido, Roberto Traven, Alexandre Paiva y Leonardo Leite, entre muchísimos otros, luchaban bajo una misma bandera. De a poco, fue sembrando y cosechando los logros como profesor, una nueva faceta que le daría inmenso renombre. Como profesor, formó a Fernando Augusto “Tereré”, Demian Maia, Eduardo Telles y Marcelo García.
El reto supremo para Gurgel y Romero “Jacaré” Cavalcanti llegó cuando Alliance enfrentó el peor enemigo de su historia: la secesión. Muchísimos nombres reconocidísimos del jiu jitsu, los mayores talentos de su generación, abandonaron el equipo y se disolvieron en una pléyade de equipos como TT, Brasa y otros. Alliance, de un momento a otro, parecía disolverse y perder todo aquello en lo que habían invertido año tras año de esfuerzo. Apenas un puñado de los competidores más reconocidos se mantuvieron firmes junto a Cavalcanti y Gurgel, quien recibió en ese entonces el apropiadísimo apodo de “General”.
Ambos profesores demostraron su talento cuando consiguieron evitar la desaparición del equipo, como había sucedido con otros. Demostraron que el capital de Alliance no era los nombres, sino su método de enseñanza y que nadie importaba más que el equipo. Ya vendrían nuevos nombres. Cavalcanti y Gurgel, en un disciplinado ejercicio de planeación a largo plazo, se pusieron como objetivo diez años para volver a ser el primer equipo del mundo.
El tiempo le daría la razón a los dos maestros, cuando los equipos fruto de la separación se fueron disolviendo uno a uno y Alliance, al cabo de nueve años, de la mano de toda una nueva generación, entre los que se contaban luchadores como Lucas Lepri, Rubens Charles “Cobrinha” Maciel, Gabriel Vella, Leonardo Leite, Michael Langhi, Tarsis Humphreys, Marcelo García y Sergio Moraes, además de todo un ejército de cintas marrones, violetas y azules, volvieron a valerle a Alliance el título de equipo campeón mundial. El énfasis de Cavalcanti y Gurgel en la jerarquía, la disciplina y el espíritu de cuerpo triunfaron al final.
Reconocido como una enciclopedia técnica, Gurgel es uno de los profesores más prestigiosos y buscados en el mundo hoy en día. Dotado además de un instinto único para la gerencia y el marketing, ha logrado junto con su maestro Cavalcanti dotar a Alliance de una marca y un nombre mundialmente reconocidos. Con filiales en diferentes países, el águila es hoy una de las banderas más respetas y aplaudidas, sobre todo por el inmenso espíritu de unión que ha logrado sembrar entre su inmenso ejército de alumnos.
En el 2009 Gurgel, movido por su pasión por el jiu jitsu, tomó la decisión de volver a competir en la categoría adulto cinta negra, tras una larga temporada aguando la fiesta en la categoría masters. La Copa Mundial Profesional, en Abu Dhabi, vio su regreso a los tatamis. Solo el suprahumano Braulio Estima, rey de la categoría, pudo parar al General con una raspada, sin dejar de expresar su cariño, respeto y admiración por el líder de Alliance. En el 2010, Gurgel se batió en el Campeonato Europeo. Una vez más, con cuarenta años y dando una lección a los jóvenes, se colgó el oro de la -91 en el cuello tras una secuencia de finalizaciones.
Esos, a grandísimos rasgos, son apenas algunos de los méritos y conquistas del maestro con el que el Ecuador podrá contar el 28 y 29 de marzo, en Guayaquil. Uno de los principales maestros que cogieron el jiu jitsu en Rio de Janeiro y se lo entregaron al resto del mundo. Perdérselo sería un pecado.
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